martes, 27 de enero de 2015

¿La mujer aprenda en silencio? Una lectura más fresca de I de Timoteo 2:11-15



Con la reciente y controvertida polémica de la ordenación de mujeres al obispado en el seno de la Iglesia Anglicana se ha  servido nuevamente la mesa para la  discusión en el algunos medios cristianos internautas como Protestante Digital (donde se realizó una encuesta) o en algunos medios sociales, como por ejemplo Facebook (tristemente), para reabrir el tan acalorado debate en cuanto si la mujer debe servir en la iglesia como un ministro ordenado (Obispo, Presbítero, Diacono, Pastor, Reverendo, etc.). Mi propósito en este post no es en lo absoluto  compartir los diferentes argumentos a favor o en contra de la ordenación de mujeres, cuestión que muchos ya habréis visto hasta la saciedad, sino por el contrario mostrar una nueva lectura, y  tal vez la correcta,  de los controversiales pasajes de I de Timoteo 2:11-15, que se han levantado como un baluarte en contra del liderazgo femenino en la Iglesia incluso más allá del veto de la ordenación. Esta nueva lectura, y traducción del texto, por supuesto no es mía, sino del prestigioso académico en cristianismo primitivo N. T. Wright. Cabe aclarar como advertencia tres cosas antes de reproducir las palabras del académico: por un lado, que es sabido de todos que N.T Wright postula a favor de la ordenación femenina en todos los sentidos;  en segundo lugar, que yo en lo personal estoy en contra de la ordenación femenina al obispado, mas no así del diaconado, que tiene su  fundamento en diversos pasajes: Romanos 1:16, I de Timoteo 3:11 y en la historia de la Iglesia de los primeros siglos hasta su extinción en los siglos XII y XIII; y por último, que los miembros del blog sostenemos posturas a favor y en contra. [1]

Espero que esta nueva relectura de tan controvertidos pasajes traiga una manera fresca de pensar sobre la posición de la mujer dentro del seno de la Iglesia.

"Por hoy dejo totalmente a un lado la cuestión de quien escribió 1 Timoteo. Es más diferente del resto de Pablo que cualquiera de sus otras cartas, incluyendo las otras Pastorales y 2 Tesalonicenses. Pero no lo desatiendo por esa razón; muchos de nosotros escribimos en muchos estilos diferentes según la ocasión y la audiencia, y eso no quita sin embargo todos los problemas sino que debería contextualizarlos. Lo que importa, e importa vitalmente en muchos debates, es por supuesto lo que dice el pasaje. No creo estar exagerando cuando sugiero que este pasaje está muy por encima de los otros, que ha sido el ancla de reserva para los que desean negar un lugar en el ministerio consagrado de la iglesia a las mujeres, con las responsabilidades completas de predicar, presidiendo en la Eucaristía, y ejerciendo el liderazgo dentro de las congregaciones y ciertamente de las diócesis.
De nuevo, la materia por supuesto es muy discutida y muy rebatida, y no he leído más que una fracción de la enorme cantidad de literatura que se ha publicado sobre este pasaje. Yo simplemente doy mi opinión ya que me preguntan. Y de nuevo, estoy optando aquí por lo que he dicho en mi reciente comentario de nivel-popular sobre el pasaje. Esta vez reconozco la ayuda de otro viejo amigo, Christopher Bryan de la Universidad del Sur en Sewanee, cuyo sensible trabajo sobre el contexto clásico es como siempre muy estimulante.

Cuando la gente dice que la Biblia engarza ideas y actitudes patriarcales, este pasaje, particularmente el verso 12, se toma a menudo como el ejemplo típico. El verso parece decir que las mujeres no deben ser profesoras; no deben tener ninguna autoridad sobre los hombres; deben mantenerse calladas. Eso, por lo menos, es como lo ponen muchas traducciones. Éste, como digo, es el pasaje principal que la gente menciona cuando desean sugerir que el Nuevo Testamento prohíbe la ordenación de las mujeres. Una vez estaba leyendo estos versos en un culto y una mujer cerca de las filas delanteras estalló en cólera, para consternación del resto de la congregación (aun cuando algunos estaban de acuerdo con ella). El pasaje entero parece decir que las mujeres son ciudadanas de segunda clase a todos los niveles. Incluso no se les permite vestirse bonitas. Son las hijas de Eva, y ella fue la que creó el problema original. La mejor cosa para ellas es ponerse y tener niños, y portarse bien y guardar silencio.

Bueno, así es cómo la mayoría de la gente lee el pasaje en nuestra cultura hasta muy recientemente. Reconozco completamente que la lectura tan diferente que voy a sugerir puede sonar para empezar como si estuviera intentando simplemente hacer las cosas más fáciles, adaptar este trocito de Pablo para que se ajuste a nuestra cultura. Pero hay una buena, sólida enseñanza, detrás de lo que voy a decir, y creo genuinamente que puede ser la interpretación correcta.

Cuando miráis comics, películas de serie B, y novelas y poemas baratos, captáis una impresión estándar de cómo “cada uno se imagina” como se comportan hombres y mujeres. Los hombres son machos, gritones, gamberros arrogantes, siempre luchando y deseando su propio camino. Las mujeres sonríen afectadamente, son criaturas con la cabeza hueca, sin nada que pensar excepto sobre ropa y joyería. Hay versiones “cristianas” de esto, también: los hombres deben tomar las decisiones, dirigir la función, estar siempre al mando, diciéndole a todo el mundo lo que tiene que hacer; las mujeres deben quedarse en casa y criar a los niños. Si comienzas a buscar un respaldo bíblico para esta visión, bien, ¿qué pasa con Génesis 3? Adán nunca habría pecado si Eva no le hubiera dado primero. Eva tiene su castigo y su dolor en la maternidad (Génesis 3.16).
Bien, no tenéis que abrazar cada aspecto del movimiento de la liberación de las mujeres para encontrar esa interpretación dura de tragar. No sólo se nos atraganta la manera de tratar a una mitad de la raza humana; no coincide con lo que vemos en el resto del Nuevo Testamento, en los pasajes a los que ya hemos echado un vistazo.
La clave del pasaje actual, entonces, es reconocer que está mandando que a las mujeres también debe permitírseles estudiar y aprender, y no deben ser refrenadas de hacerlo (verso 11). Deben ser “sumisas por completo”; esto se toma a menudo como “sumisas a los hombres”, o “a sus maridos”, pero es igualmente probable que se refiera a su actitud, como alumnas, de la sumisión a Dios o al Evangelio – lo que por supuesto sería verdad para los hombres también. Entonces el crucial verso 12 no necesita ser leído como “no permito que una mujer enseñe o tenga autoridad sobre un hombre” – la traducción que ha causado tantas dificultades estos últimos años. Puede significar igualmente (y en contexto, tiene mucho más sentido): “No pretendo implicar que ahora estoy poniendo a las mujeres como la nueva autoridad sobre los hombres de la misma forma que los hombres tenían previamente autoridad sobre las mujeres.” ¿Por qué Pablo podría necesitar decir esto?
Hay algunas muestras en la carta que fue enviada originalmente a Timoteo mientras estaba en Éfeso. Y una de las cosas principales que sabemos sobre la religión en Éfeso es que la religión principal – el templo más grande, la capilla más famosa – era un culto de mujeres solamente. El templo de Artemisa (que es su nombre griego; los romanos la llamaban Diana) era una estructura maciza que dominaba el área; y, como devotas que se debían a una deidad femenina, las sacerdotisas eran todas mujeres. Ellas llevaban el show y mantenían a los hombres en su lugar.
Ahora si fuérais a escribir una carta a alguien en un pequeño, nuevo movimiento religioso con base en Éfeso, y quisiérais decir que debido al Evangelio de Jesús las viejas formas de organizar los roles masculinos y femeninos tuvieran que ser repensadas de arriba a abajo, siendo una característica de eso que había que animar a las mujeres a estudiar y aprender y a tomar el rol de dirigente, querríais evitar a toda costa dar la impresión equivocada. ¿Decía el apóstol que la gente podría extrañarse de que habría que formar a las mujeres de modo que el cristianismo se convirtiera gradualmente en un culto como el de Artemisa, donde las mujeres dirigían y mantenían a los hombres a raya? Eso, me parece a mí, es lo que está negando el verso 12. “La palabra que he traducido como “intentar dictarles” es inusual, pero parece tener connotaciones de “ser mandón” o de “tomar el control”. Pablo está diciendo, como Jesús en Lucas 10, que las mujeres deben tener el espacio y el ocio para estudiar y aprender a su manera, no para que fuercen y asuman el liderazgo como en el culto de Artemisa, pero de modo que hombres y mujeres de igual manera puedan desarrollar cualquier talento que Dios les está dando de aprender, enseñar y dirigir.
Entonces, ¿cuál es el punto de los otros trocitos del pasaje? 
El primer verso (8) está claro: los hombres deben darse a la oración devota, y no deben seguir los estereotipos normales del comportamiento “masculino”: ni cólera ni discusiones. Entonces los versos 9 y 10 siguen, incidiendo en el mismo punto sobre las mujeres. Tienen que librarse de su estereotipo, el de chismear todo el rato sobre peinados, joyería, y ropa bonita- pero tienen que ser liberadas, no para que puedan ser pequeños ratones desaliñados, discretos, sino de modo que puedan hacer una contribución creativa a la sociedad más amplia. La frase “buenas obras” en el verso 10 nos suena bastante suave, pero es una de las maneras usuales usada por la gente para referirse a la obligación social de pasar tiempo y gastar dinero en la gente menos afortunada que uno, para ser un benefactor de la ciudad ayudando con las obras públicas, las artes, etc.
¿Por qué entonces Pablo acaba con la explicación sobre Adán y Eva? Recordad que su punto básico es insistir en que a las mujeres, debe permitírseles también aprender y estudiar como cristianas, y no mantenerlas en un aburrimiento iletrado e ignorante ni en la servidumbre. Bien, la historia de Adán y Eva da en el clavo: mirad qué sucedió cuando Eva fue engañada. Las mujeres necesitan aprender tanto como los hombres lo necesitan. Adán, después de todo, pecó muy deliberadamente; él sabía lo que hacía, y que era incorrecto, y continuó deliberadamente. El Antiguo Testamento es muy estricto sobre esa manera de actuar.
¿Y qué tal el trocito sobre el parto? Pablo no lo ve como un castigo. Más bien, él ofrece la seguridad de que, aunque el parto es de verdad difícil, doloroso y peligroso, a menudo el momento de mayor prueba en la vida de una mujer, no es una maldición que deba tomarse como muestra del descontento de Dios. La salvación de Dios se promete a todos, a mujeres y a hombres, que siguen a Jesús en la fe, el amor, la santidad y la prudencia. Y esa salvación se promete a los que contribuyen a la creación de Dios con la maternidad, tanto como se le promete a cualquier otro. Convertirse en madre ya es bastante duro, sabe Dios, sin pretender que sea de alguna manera una cosa malvada. No dejemos más bombas y minas sin explotar alrededor nuestro para que la gente se salte los sesos. Leamos este texto como creo que fue pensado, como una manera de construir la Iglesia de Dios, hombres y mujeres, mujeres y hombres por igual. Y, así como Pablo se ocupó de aplicar esto en una situación particular, así nosotros debemos pensar y orar cuidadosamente sobre adonde nos están llevando nuestras propias culturas, prejuicios e iras, y cerciorarse de que nos adaptamos, no a los diversos estereotipos que el mundo ofrece, sino al curativo, liberador y humanizante mensaje del Evangelio de Jesús.
¿Cómo traduciría yo entonces el pasaje para extraer todo esto? Como sigue:
Así, esto es lo que deseo: los hombres deberían orar en todos los lugares, alzando manos santas, sin ira o disputa. 9 De la misma manera las mujeres, también, deben vestirse de manera apropiada, modesta y sensiblemente. No deberían ocuparse con peinados elaborados, oro, o perlas, ni con ropas costosas; 10 en vez de eso, como es apropiado para las mujeres que profesan ser santas, deben adornarse con buenas obras. 11 Tiene que permitírseles estudiar sin ser molestadas, en completa sumisión a Dios. 12 No estoy diciendo que las mujeres deberían enseñar a los hombres, o intentar darles órdenes; hay que dejarlas tranquilas. 13 Adán fue creado primero, veis, y después Eva; 14 y Adán no fue engañado, sino que la mujer fue engañada, y cayó en la transgresión. 15 Ella, sin embargo, se mantendrá salva (segura?) por el proceso del parto, si continúa en la fe, el amor y la santidad con prudencia.
Ya es hora de resumir. Pienso que ya he dicho bastante para mostrarles hacia donde creo yo que nos dirige la evidencia. Creo que hemos leído muy mal los pasajes relevantes en el Nuevo Testamento, sin duda en gran parte a través de un proceso largo de asunción, tradición, y todo tipo de actitudes post-bíblicas y sub-bíblicas que se han colado en el Cristianismo. Igual que pienso que tenemos que cambiar radicalmente nuestra imagen tradicional de la vida después de la muerte, lejos de los modelos medievales y de vuelta a los bíblicos, así tenemos que cambiar radicalmente nuestra imagen tradicional de lo que son los hombres y las mujeres y de como están relacionados el uno con el otro dentro de la iglesia y de hecho, de lo que dice la Biblia sobre este tema. Me pregunto, a veces, si los que presentan desafíos radicales al Cristianismo han sido los más deseosos de descifrar que la Biblia dice ciertas cosas sobre las mujeres, como una excusa para reclamar que el Cristianismo en general es una cosa malvada y que deberíamos abandonarla. Por supuesto, ha habido un montón de Cristianos que han dado a los profanos un montón de ocasiones de hacer esa clase de comentario. Pero quizás en nuestra generación tenemos una oportunidad de tomar un gran paso hacia atrás en la dirección correcta. Espero y ruego que esta conferencia, y el trabajo de esta sociedad, sean usados por Dios exactamente de esa manera." [2]

1. El post original se encuentra en otro blog donde participo "Volvamos a las fuentes".
2. Extracto de N.T Wright, 2004. (Trad. de Eva Navarro) "El servicio de las mujeres en la Iglesia. La base bíblica"  conferencia para el simposio, “Hombres, Mujeres y la Iglesia".
*Ícono de una diaconisa.



Jesús A. Zamora Alarcón